El viento susurra,
un roce leve,
sobre la piel de la vida,
tan fina, tan frágil.
Como un pétalo de rosa,
que se abre al sol,
pero que un solo golpe,
puede hacer añicos.
El agua cristalina,
que refleja el cielo,
se rompe en mil pedazos,
al caer sobre la piedra.
Así es la vida,
un tejido delicado,
que se desgarra con facilidad,
al contacto del destino.
Un roce, un instante,
un susurro, un golpe,
y la vida se quiebra,
como un vaso de cristal.
Pero en esa fragilidad,
se esconde la belleza,
la intensidad, el valor,
de cada instante vivido.
Es en el roce,
en la fragilidad,
donde encontramos
la verdadera esencia de la vida.
Autor: Eduardo Rolón