Me perdí
Ya no sé lo que escribo,
ya no sé lo que digo,
no sé ni cómo salir
del despecho que me da ser tu amiga.
El alma duele, las horas pasan,
pasan llenas de melancolía que todo mi adentro abraza.
No hay palabras, no hay maneras, no hay respuestas, no hay nada.
Solo tristeza que muy dentro tengo acumulada.
Cuando busco, siempre llego a lo de siempre,
no hay manera de salir del laberinto en el que se ha convertido mi mente.
Tus ojos, tus ojos siempre están presentes,
vigilando cada movimiento, asegurando que en mi pensamiento te encuentres.
Si no te encuentran, empieza el martirio...
¡mentira! ¿qué hablo...? Si tú siempre te apareces en mis delirios,
en cada fantasía, en cada suspiro, en cada rincón de muy dentro mío.
Pero... ¿por qué digo \"dentro\"?
¿Por qué no saco a brillar el amor que te tengo?
¿Por qué no salto de alegría cada vez que te veo?
¿Por qué no te digo, de una vez por todas, que eres mi complemento?
¿Quién no sabría la respuesta?
¿¡No es obvia!?
¿¡No se ve en mi mirada!?
Entiendo... entonces tal vez sí estoy atrapada,
atrapada en la cárcel del olvido,
atrapada en la cárcel del descuido,
atrapada en la cárcel, en la peor cárcel con el peor castigo: el castigo de no poder decirte lo que siento y no estar contigo.
Me duele, me quema, de hecho arde, arde muy fuerte;
arde mi pecho de no poder soportar
el peso de todas las cosas que jamás te llegaré a contar.
Siento que pierdo una oportunidad,
pero es mejor esto que arruinar la amistad.
Porque el no tenerte cerca, eso sí me va a matar,
por lo cual prefiero seguir así, aunque sienta que mi corazón va a estallar.
Y sí, lo reitero, me perdí.
Me perdí en mis pensamientos, en tu voz, en ti,
y aunque me duele jamás me quiero ir.
Quemé el mapa de salida y arrojé las cenizas por doquier,
así sentiré que jamás, nada ni nadie, quitará mis huellas de tu piel.
Hablo de huellas inocentes, espero lo entiendan bien,
que sepan que en cada momento yo estaré junto a él,
y así, aunque no pueda saber,
siempre me tendrá perdida en todo su ser.