Infinito es un viaje sin puerto ni lugar,
un horizonte eterno que nunca deja de estar,
una línea que traza el silencio y el viento,
siempre presente, sin rumbo ni aliento.
El cielo sin límite, azul en expansión,
un susurro de estrellas, un eco sin voz,
es tiempo suspendido en su propio andar,
sin principio ni fin, solo un vasto vagar.
En el alma lo llevamos, latente y callado,
como una pregunta sin respuesta al lado,
la esencia de un sueño que nunca termina,
una chispa de luz en la sombra divina.
Infinito es misterio, el vacío en su manto,
un universo abierto que nos llena de encanto;
es la magia sin forma, el deseo sin meta,
un suspiro de eternidad que el alma interpreta.
Y aunque nunca lo alcancemos en nuestro existir,
sentimos su llamado, profundo y sutil,
pues en cada paso, en cada momento,
resuena el infinito en nuestro intento.
JUSTO ALDÚ
Panameño
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