Elias Castellano Blanco

LAS FALACIAS

 

Se derrumba la torre

de sangre, fuego y piedra.

 

Las aguas, invadiendo,

iban cerrando puertas

para las soledades.

 

Para las pestilencias,

era la hora perfecta

y las ratas hicieron

su asquerosa presencia.

 

Los ángeles gloriosos

le robaron la malicia a los diablos,

y sus bocas, como pútridas ciénagas

copularon con los lagos azules

para engendrar bulos, difamaciones,

y groserías camufladas de miel.