Somos dos que se aman eternamente; contra nuestro amor no podrá ni siquiera la muerte.
Tal vez vaya yo primero, tal vez vayas tú, no importa el orden, pero juntos sería algo romántico.
La muerte puede vencer nuestros cuerpos, suprimir nuestros alientos, pero no vencerá nuestros recuerdos.
Llevaremos todo en la memoria; aquellos besos, esos paseos agarrados de las manos, contarán nuestra historia.
Morir no significa nada cuando dos en verdad se aman; solo dejaremos nuestros cuerpos para seguir juntos en otra galaxia.
Somos eternos; las personas que supieron de nuestro querer nos tomarán como ejemplo; seremos dos aves en pleno vuelo.
Imagina cómo sería estupendo que diga en nuestras lapidas: aquí yacen dos amores eternos.
Fallecer es solo el fin de un cuento, donde se detendrá para nosotros el tiempo, pero no los sentimientos.
Por un instante dejaremos de acariciarnos la piel, las mejillas, al menos aquí en este mundo, pero no hay prisa.
Dormir para siempre, cerrar los ojos como en un sueño profundo y tú a mi lado en un viaje sin retorno sería estupendo; te lo juro.
Sin ningún equipaje, ni boleteo de regreso, vagar por el universo, usando como combustible ese amor puro.
Y en nuestras tumbas yacerán nuestros cuerpos satisfechos de lo vivido, volviéndose cenizas.
Conllevaremos la gratitud de haber disfrutado juntos una hermosa vida.