¡Ay, mi rosa delicada!
que contigo la noche se hace llama,
nacida de madrugada,
tras una luz caída, de una estrella lejana...
Más un hada luminaria,
te envuelve con su fina luz dorada,
junto al fresal, espléndida,
amaneciendo al encuentro de la fábula...
Ya es mediodía,
que no te abrase ninguna sombra,
en esta hora excelsa,
con tu misterio de frescura luminosa...
Te entrego la mirada,
que al verte florecer se inflama,
¡oh, criatura!
hasta que la tarde se desmaya...