Llego a la mágica frontera,
de la división conmemorativa,
donde el ímpetu me motiva
a vencer toda larga espera.
La corta, labil ansia certera
que dibujó varias cicatrices
en días secos e infelices
superados en calma postrera.
Abunda al final del sendero,
el sosiego que siempre anhelo
la supersticion en mi desvelo.
El cielo cotidiano acompaña,
mi febril pretensión matutina,
cuando despierto no me apaña.