Naciste, como el sol, bajo el ocaso.
En el profundo piélago de un sueño
de amor y de ilusión, hogar y leño,
ardiente en su victoria y tu fracaso.
Tu tiempo, como el mío, tan escaso
fue como el agua quieta de un barreño
que se evapora y deja su pequeño
poso al fondo, recuerdo de su paso.
Regresar no es posible, ve sin prisa.
A los reveses muestra una sonrisa
y despliega tus alas bien abiertas.
Pues todo está en el aire, y es el vuelo
el que nos hace ver que allá, en el cielo,
no existen ya pesares y despiertas.