Tania Cristal

Jugo de Fresa y Promesas Rotas

 

Qué tristeza partir así,  
dejando el último jugo sin compartir.  
Te extraño tanto, porque, ¿cómo no extrañar  
al amor de mi vida, a quien todo me supo dar?  
Fui egoísta, irrespetuosa,  
una niña perdida en su edad caprichosa.

De niña juré amor eterno,  
un cariño perfecto, puro y tierno.  
Prometí no herir, ser siempre su paz,  
pero al crecer rompí promesas sin mirar atrás.  
Me rompí a mí misma buscando encajar,  
y en mi rebeldía, la culpé por no entender mi andar.

Lágrimas suyas desataban tormentas,  
y escalofríos herían almas desiertas.  
Pero más frío era mi corazón cegado,  
creyendo mentiras, por la rabia arrastrado.  
Me fui sin mirar, sin decir adiós,  
dejé a mi madre, la más grande de mi voz.

Ahora me inunda este eterno pesar,  
¿cómo no lamentar, cómo no llorar?