Llevas en tu piel la palabra añorar, llevas un parecido a lo profundo, atajo corto de las ilusiones, escondes
frenos para corazones.
En tus bordes, en tus centros, no hay sangrías, no hay más blancos.
En lo que tú llamas mis adentros y yo mis afueras, hay un borde que cae al infinito, un infinito que desborda sin fronteras, margen sin barreras, desnudo en el altar de la nada.
Pájaro ciego que no sabe volar, agotado ya no puede ni suplicar, su trayectoria no puedo adivinar.
Un posible, un imposible, ve a saber dónde se irá a posar, si no tiene fuera, si no tiene dentro, si ha roto todo esquema.
Si el esquema no sostiene y todo parece desmoronar, ¡ tierra callada ! dime si es el sol que te tiene árido, o es la sal de la alta mar.
Si se ha extraviado en laberintos, si no sabe si es arriba o es abajo, si es en el centro que está el caos o en el azul de tu mirar.
Si ha perdido el grito y la fuerza para hablar, si no sabe si lo mejor era callar o bien gritar.
Eres el alrededor de todas las horas, quién te podrá captar?
Pasa y dile que no entre, que esta tierra ahora es mar, color rama, color tiempo, ahí yo no puedo entrar.
Pasa y dile que fuera o dentro, cuesta arriba o cuesta abajo, su canto eco no va a encontrar.
Sabag, sabag, palabras escapándose
« Debemos conseguir que aquello que amamos parezca por lo menos amarnos. »