No has engullido, mujer, mi integridad en su totalidad
ni has sentido mi piel sobre tu cuerpo tersamente,
pero has aprendido a amarme en cada cántico
degustando del aroma de mi ímpetu
y en mi universo escondes la magia de tus sonrisas,
en mi cosmos -que se satura estelarmente de satélites-
haces resonar tus pulsaciones por los parajes
de mis galaxias donde con ternura te trasladas;
todos mis puntos reflugen y yo te los confiero,
ya que con gracilidad tu éxtasis impregnas en mi ser
dejando vestigios de tu esencia de mujer,
porque me amas y te amo.