Carolina Montero Mendoza

¡DÉJAME RESPIRAR!

 

Carente de oxígeno y suspiro 
Pasa mi vida bajo tu yugo
Te empeñas en hacer tu voluntad 
Y condenarme a esta permanencia 
Que pretende subsistir sin esperanzas.
Has de ser aquella que me ata 
a una existencia angustiante 
En medio de seres ajenos a la vida misma.
Verdugos de su propia vaguedad 
Condenados también pero aún sin saberlo 
A una nada insípida y vacía. 
¡No puedo respirar!
Lo he gritado con la voz entrecortada 
Y tú, sorda e indolente 
Solo me observas en tu insolencia grisácea 
Mientras lucho con todos los demonios 
Esos que no son más que el fruto 
del espanto y la desidia. 
Carente del resplandor y de la magia 
Vives en el reino de la indiferencia 
Quienes te habitan también te padecen
Y son los inocentes los que pagan el precio
De tu necedad y tu sequía. 
Pese a tu historia pareces de hierro 
Casi nada queda de tu vientre de arcilla 
Y ese blanco omnipresente 
Que ahora invade el frío del reluciente acero. 
Quisiera poder albergar algo de afecto 
A tus calles de caos y agonía 
Pero la ausencia de aire y la sensación de hastío 
Me han llevado a en verdad odiarte 
Y a desear el exilio. 

 

Bogotá, D.C. 

Octubre 11 de 2024.