Carente de oxígeno y suspiro
Pasa mi vida bajo tu yugo
Te empeñas en hacer tu voluntad
Y condenarme a esta permanencia
Que pretende subsistir sin esperanzas.
Has de ser aquella que me ata
a una existencia angustiante
En medio de seres ajenos a la vida misma.
Verdugos de su propia vaguedad
Condenados también pero aún sin saberlo
A una nada insípida y vacía.
¡No puedo respirar!
Lo he gritado con la voz entrecortada
Y tú, sorda e indolente
Solo me observas en tu insolencia grisácea
Mientras lucho con todos los demonios
Esos que no son más que el fruto
del espanto y la desidia.
Carente del resplandor y de la magia
Vives en el reino de la indiferencia
Quienes te habitan también te padecen
Y son los inocentes los que pagan el precio
De tu necedad y tu sequía.
Pese a tu historia pareces de hierro
Casi nada queda de tu vientre de arcilla
Y ese blanco omnipresente
Que ahora invade el frío del reluciente acero.
Quisiera poder albergar algo de afecto
A tus calles de caos y agonía
Pero la ausencia de aire y la sensación de hastío
Me han llevado a en verdad odiarte
Y a desear el exilio.
Bogotá, D.C.
Octubre 11 de 2024.