Me miro al espejo, no comprendo lo que veo, mis ojos sin brillo, ¿soy otro?
Me observo con una mirada curiosa; no soy yo, no me reconozco; el espejo debe estar roto.
Se contraen mis pupilas, me queman las retinas, hay fuego en mi interior, pero ¿Qué es lo que quema?
Palpo mi rostro, no siento mi cara, pienso en la nada mientras mi mente se divaga.
Sonrió, la risa es compleja; parezco un loco, dentro mío llevo un lobo, mal herido, sufrido.
Mientras más me veo, más me pierdo; el espejo me dice algo, pero no lo comprendo, ¿Qué son esas las palabras?
Dudo de mí mismo, ¿Cuál es el acertijo?, ¿de qué me habla?, no quiero jugar, no me gusta el juego, no veo en el espejo mi reflejo.
Es redondo, aunque parece cuadrado; no importa la forma de la materia, ese espejo roto es tragedia.
En millones de pedacitos, está fragmentado, pero no se desprenden, siguen unidos; no hablo de mi corazón, ni de sus latidos.
Me han dicho que es mala suerte estar frente a un espejo roto; puede atraer la muerte; no me convence.
La muerte no es cuestión de suerte, pienso; a veces depende de quien es el más fuerte, digo.
¿Qué es este espejo?, que me deja perplejo, con sus cristales rotos donde las preguntas surgen y el tiempo se detiene.