En los dominios rururbanos
del mar Mediterráneo
donde Aviñón, Nimes y Arles
forman un triángulo dorado
entre viñedos, cerezos y trigales
durante el equinoccio de primavera
y también en París y Normandía
con Fátima, Irene, Ján,
Magda y Josianne
—lo mismo que tiempo antes en Italia
con Rafaela, Ileana y Klaus (años 60)
nunca estuve mejor
y tan loco por la naturaleza, la cultura
y los viajes.
Y cuando no estaba a orilla del mar
lo imaginaba,
trasladándolo enseguida completo
a mi interior
y me abismaba tendido en su magia.
Luego, al volver en mí
impregnado de su esencia insondable
los gatos me rodeaban
y se relamían los bigotes
al sentirme oliento a misterio y pescado.
Pablo Centeno-Gómez
21 de marzo 2024