La poesía es un volcán
que escupe fuego y ceniza,
un torbellino que arrasa
con la razón,
con la lógica.
Puede gustarte
o puede impactarte,
puede llevarte a la cima
o a un abismo
donde no quieres estar.
Pero es la explicación de que
el lector no siempre escucha
lo que el escritor quiere decir.
A veces el escritor no logra
que el lector se conmueva
con su voz, con su alma.
Porque las expresiones que nacen,
el sentimiento del escritor,
a veces no son las mismas
que las del lector.
Entonces la poesía vuela
con una imaginación
que se posa en el lector,
como un ave en un árbol,
buscando un lugar para anidar.
Grito que se alza en la noche,
murmullo que se pierde
en el viento.
La poesía es latido que
se escucha en el silencio,
un eco que se graba
en la memoria,
un susurro que se convierte
en un grito.
Algunos lo pueden interpretar bien,
otros lo pueden interpretar mal.
Siempre nos invita
a elevar nuestras almas,
a sentir con intensidad,
que nuestras emociones
vuelen con sentimientos.
Y nuestros pechos
vibren con fuerza
de la vida.
Eduardo Rolón