Noviembre avanza en esta fresca mañana
y con su traje de nubes va bajando las montañas
coralillos, campanillas sobre su capa dorada
finas gotas de rocío se deslizan por su cara.
Noviembre ese galante señor con su cabellera larga
con sus manos de algodón, y la sonrisa de plata,
viene cargado de sueños, alegrías, de esperanza,
va cultivando las perlas que regalara mañana.
Noviembre va sorprendiendo con giros al corazón,
mágico aroma de incienso, recuerdos de aquella voz,
que nos llega por momentos, llenándonos de emoción,
manos que ya se marcharon, y acarician con amor.
Noviembre pule el espejo donde viaja la mirada
retrospectiva y encuentro con la adolescencia amada
donde el camino era largo, y las fiestas prolongadas
cuando existían sorpresas y felicidad guardada.
Noviembre bella antesala de un año más que se escapa
ilusiones que florecen perfumando la confianza
amor profundo, raíz, que nos trae de vuelta a casa,
que más que casa es hogar, aliento de nuestras almas.
Es ese instante fugaz que creemos que nos aman, y nos sentimos
queridos, sin limitar la añoranza, es el momento sublime
de conocernos en calma, de saborear la ternura, acortando la distancia.