Paulatinamente, emergiendo en amaneceres
mi alma esbozó los gestos de tu alma en su nobleza
y posándose el manto sobre la tersura de tu piel,
que esa es su cualidad -cargándose mis pensamientos tétricamente-
se proyectó en mi alma tu efigie,
mi mutismo con elocuencia irrumpió en el acto,
y en mi centro palpitó más a prisa mi corazón…
en tu cosmos habité teniendo por dosel
un cielo que se sobrepobló lustrosamente de astros,
mis locuciones empuñaron lances de fragancias
y sumergiéndome en el embeleso de mis trances
emprendí la persecución de tus vestigios,
resueltamente arribé a tu dominio, que ahora aguardas
sin blasón ni coraza dispuesta a la batalla…
conflagración de amor, que el universo atestigua
y concede que yo me encienda y que tú ardas.