Los medios se confunden con el fin,
y nos arraigamos en una realidad prestada,
dictada por aquellos que no piensan,
solo interpretan la parodia de un ser
que nunca será.
Cada pliegue de tu existencia es una máscara,
y ahora rezas, como si el murmullo
limpiara la oquedad en tu pecho,
como si borrara el eco de tu vida vacía.
Ineludiblemente, convivimos
con aquellos que piensan con las orejas,
temerosos,
peligrosos,
verdugos potenciales de lo que no comprenden,
árbitros torpes de una verdad
que los sobrepasa y mutilan.