La dulce espera desespera
si espero, y nunca te apareces.
¡Será que tú, te lo mereces,
oh bella flor de primavera!
Te espero siempre en la ribera
donde te di muchos cariños
cuando éramos unos lampiños,
mirando alegre aquellas olas
buscando juntos caracolas
donde jugábamos de niños.
Te espero siempre en mi camino
con la esperanza siempre viva
y la pasión que me cautiva
pensando que eres mi destino.
Perdona si es un desatino
pensar tanto como te pienso
sin ti el amor, no lo compenso,
porque yo sigo enamorado
y ni los años han borrado
mi noble amor que es muy inmenso.
Te llevo siempre en mis recuerdos
que van gritando cuánto te amo
las muchas veces que te llamo
aún con pasos casi lerdos.
¿O ya olvidaste los acuerdos
y las promesas que nos dimos
que sobre arenas escribimos
con una espiga del manglar
que nos envió el inmenso mar
y mucho amor nos prometimos?
Si no recuerdas las promesas
ni aquel amor que prodigamos
ni aquel amor que nos juramos
terminarán como pavesas
que sin alientos y sorpresas
tu camino, no será el mío,
ni tuyo el mío, ya vacío,
porque ellos serán diferentes
corriendo como los afluentes
que nunca llegarán a un río.