Hoy recuerdo otra noche,
Moribundo y hastiado de esta inmunda pena
Mis ojos son dos charcas donde se posa el desprecio tuyo,
Y no recuerdo más otra cosa que tú risa cuando recitaba en mis murmullos.
Oh cielo celeste, testigo de mis desgracias, embrión de tu locura hasta llenar mi pecho de oblicuas alas, celebrando mi ansiada libertad.
Hoy en esta noche, dónde reposaba su sueño en mis manos, le estoy escribiendo sonetos desairados y lluviosos,
Con el fin de desprenderme de esta pena loca, ¡Ay sueños! ¡Sueños! Que tragedia ha sido el soñar, y no querer despertar de esa realidad inexistente donde ella tal vez con su cuerpo deleitoso me arropaba.
Hoy recuerdo otra noche, enamorado y lleno del éxtasis de esta extraña locura, dónde en una copa nadan mis carnes como dos peces perdidos en un mar gigante.
Sueña conmigo, y ámame en tus sueños.