Envíame, Señor, la desmemoria
de negras mariposas,
no permitas que las palabras vibren
como escopetas en la lejanía.
Ahórrame, Señor,
la tortura del eco que martilla mis sienes,
permite que las níveas alas de los arcángeles
borren por siempre
la desventura de palabras necias.
Límpiame de recuerdos tenebrosos
para que mi alma llegue a ti sin mancha.
Señor…
Otórgame el perdón de mi recuerdo.
(Noviembre 2012)