Caen perlas de tus ojos,
Piedras preciosas que obstruyen tu piel.
No hagas eso, yo te las limpio,
Olvida la razón por la que duele querer.
Yo los veo, son orbes oscuros,
Peligran en ellos un llanto sin ramo.
Escóndela, escóndela,
Él no puede ver tu rosa.
Premia el muro que lo aleja,
Y no llores más por él.
No lo ve, sigues siendo hermosa,
Tus mejillas vírgenes, tiernas con escándalo,
Rózame, tómame
Tu piel es un encanto,
Tírale un beso y despídete una vez.
Me pierdo en ti, en tus finos labios incoloros,
Cuyos deseosos se rajan de frío.
“¿Por qué con ella sí y por qué no conmigo?”
El aire se cansó, no hables más del ayer.
¿Por qué le susurras a un sordo en los labios?
Ya no te escucha, el silencio ensordece.
“¿Por qué no regresas?, ¿Por qué no apareces?”
No hay tiempo ya, pronto amanece.
La Luna que vivió alegre ahora se desespera,
Tu alma en pena que busca ese abrigo.
¿Perdonarlo? No son más amigos,
Hazlo y libera su vuelo.
No te lastimes, ha llegado la hora,
Permítelo entrar, oblígalo a ir.
”¿Es tan fácil volar y vivir
si mi amor no brilla desde que se escondió el Sol,
No hay eclipse, no hay pasión,
alzo mi vuelvo y espero por ti?”
No, si vas a morir, mata primero el dolor de tus ojos,
Perlas cuyo corazón huecoso,
Que es hora de partir,
Encontrar un doctor que sepa zurcir y ocultar el dolor que me dejó tu vacío.
Sin destello, sin ojos que vean de lejos
Todo el amor que perdió al huir.