Son almas fuertes y frágiles,
niños de risa apagada,
que buscan, en la alborada,
pedazos de sueños hábiles.
Entre ruinas ven el cielo,
con ojos llenos de historia,
llevan en su piel la memoria
y en sus manos, el desvelo.
Juegan con piedras y sombras,
su campo de juego es gris,
pues en su infancia infeliz
las balas les roban horas.
Pero en su mirada arde
la chispa de un nuevo día,
y el sol, como una utopía,
les promete un hogar grande.
Niños fuertes, que en su herida
construyen luz y esperanza;
No hay guerra que descanse
cuando aún queda tanta vida.
Quizá hoy, quizá mañana
la muerte ya no repara
a diario sufren los niños de Gaza.
JUSTO ALDÚ
Panameño
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