UNA VIDA EN DECADENCIA
Acabo de cumplir sesenta años
que ascienden por mi frente con dureza,
con grietas de erosión causando daños
y surcos hoy sin flor y sin belleza.
Tan solo quedan restos entre engaños
de aquella lozanía sin tristeza,
dulzura en armonía y gran tamaño,
altiva y generosa en sutileza.
Exento de mis galas y ornamento,
me miro en el espejo preguntando
porqué la crueldad de la existencia
si gozo cuanto veo en el momento
y al verlo, me destroza con su mando
la vida con su estricta decadencia.
Rafael Huertes Lacalle