Le ofrecí:
Racimos de versos
Con rimas puras y virginales,
como tierras fecundas
jamás exploradas,
donde él, pudiera habitar
y hacer su santuario.
La hostia de mi vida
donde alimentara sus momentos
más íntimos e inefables
con los dorados trigales
que solo se cosechan
en el corazón.
Y, el vino consagrado de mi amor
donde pudiera beber
en la copa irrompible e interminable
lo mejor de la vida en un sueño de dos.
Sami