Me siento el evento canónico,
la tormenta que arrasa sin tregua,
el eco de todos mis amores rotos,
la sombra que convierte la luz en niebla.
Soy la bestia que arruina la pureza,
un huracán que barre la esperanza,
con cada beso desmorono sueños,
con cada caricia, la calma se lanza.
Soy perversión, la que enciende la chispa,
en un mundo que teme mi fuego;
destrucción, el rugido implacable
que deja cenizas en cada juego.
Pero también soy libertad absoluta,
el abismo que invita a volar,
soy el caos, pero también la verdad,
lo que no pueden ni quieren nombrar.
Así me abrazo, feroz y entera,
no hay redención que me pueda domar;
porque en mi destrucción hay belleza,
y en mi libertad, un hogar para amar.