En el borde del orden, sobre montañas que se asoman,
diviso la silueta lejana de una persona.
Ramas tenebrosas por encima de cables,
y animales en el prado comiendo por costumbre.
Por la ventana observamos que el frío ya se acerca;
son más de las cinco y no me di ni cuenta.
Incontables árboles y flores color violeta
parecen recogerse si el viento las alienta.
Brincan por el cielo palabras de consuelo
para aquel que se detiene y pisa el blando suelo,
contemplando paisajes y el hermoso firmamento,
vivo con el miedo de ir demasiado lento.
Entre tantas maravillas y preocupaciones,
el curvo camino brilla en innumerables direcciones,
con certeza de la firmeza de mi corazón,
más la razón del amor sin condición.