Sentando en una banca, desarmando rompecabezas en mi mente, y arrojando migajas de despenas... A ver si vienen, y vuelan alto, muy alto, hasta alcanzar lo que yo... jamás pude.
Esta plaza tiene un encanto natural, cual ser emplumado, atisba los tonos más difíciles de arraigar en cadenas trituradas de tanto afán... En sus ojos me pierdo, intentando recordar quién realmente soy... Mas su presencia me hace pensar en lo mucho que he perdido por querer encontrar aquella niña que jamás volverá...
Y recordar que una simple amistad abrió camino al amor, que tristemente la brecha de tu despojo me hizo olvidar... lo mucho que te quise, cual rosas que adornan este lugar, en recelo y temor, empañan mis ojos en parabrisas húmedas de tanto esperar... aquel reencuentro... que nunca llegó... Un nuevo poema para ti y un nuevo trauma para mí... Cual soledad, se inmortalizará de puro orgullo y rencor... bajo el cóndor