ANTE LA IMAGEN DE UN LECTOR ATENTO
La persona frente al libro leyendo
olfateando, degustando casi
parece bastante intranquila
y con el tórax excesivamente inclinada hacia delante,
como si su atención pendiera sobre un párrafo
terriblemente crudo o agitado
o ambas cosas,
sobre una muestra de vida palpitante
pero ya imperecedera
por posar escrita sobre la página.
Unos gruesos lagrimones parecen
aflorar por detrás de las gafas de leer, pero no,
afortunadamente las dos gotas se detienen
y permiten así una lectura clara, ordenada
de las letras, las palabras,
los afanas y renuncias
de la heroína protagonista, que ha estado en un tris
de perderse y morir.
El lector atento ante la página pura,
escrita sin textos intercalados publicitarios
parece reconcentrado,
como si una parte de su vida dependiera
de este empeño
rayano en la obcecación.
Gaspar Jover Polo