En las miles de voces susurrantes escucho tu nombre, siliente, tierno y conmovedor.
Me hace ver el espacio infinito de mi interior,
Saludo a mis entrañas y me envuelvo en la nube de polvo que atrapa mi existencia.
Escucho tu nombre como tortura en mi cerebro, agonizante de pensarte, de extrañarte.
Pero recuerdo que es solo un silencio en el grito dormido de mi voz muda, callada y sombría.
Sigo escuchando tu nombre y me recuerda la vida, como una lágrima de rio cuando lo seca la brillantez de una estrella sol naciente, entre rocíos de mañana y noches de amor.
Tu nombre me trae a la tierra, luego de recorrer la inmensidad de quererte y no tenerte, de soñarte y no tocarte, en las llanuras sollosantes del infinito silencio que me trajo hacia ti.