Esta noche se ha quebrado la copa.
Quizás el vino amargo y sangriento.
Quizás los labios ardientes, mudos,
perdidos en la tierra
o en algún oscurecido océano.
Quizás la mano del muerto,
cubierto de piedras y oscura nieve,
sin cuerpo a quien abrazar.
Quizás la palabra rota y sin voz,
el vacío, los desérticos labios
en el espinoso silencio,
la casa deshabitada,
los ojos sin rostro y los rostros ausentes;
Quizás la soledad con su aire
pesado;
Quizás, simplemente,
no pudo soportar la sed del eterno
desvelo.