Como vino encendido tu cabello,
bronce tibio, cascada de frescura,
tiembla como rocío en tu cintura
bajando por el cisne de tu cuello.
Desciende por tu espalda con destello
encendiendo una hoguera en tu figura,
silueta de elegante arquitectura
que palpita orgullosa de tu sello.
Tu clavel azulea estremecido;
son tus manos palomas mensajeras,
tu espalda flor de lis cautivadora.
En tu sangre el compás está prendido,
el donaire y el arte en tus caderas,
y el tronío en tu cuerpo… bailaora.