EN MARCHA LOS MILLONES DE MILPIÉS
Tras la rociada nocturna,
millones de gusanos multipiés
salen a la superficie convocados,
sin duda, por el reguero de humedades
que ha dejado la pertinaz llovizna,
listos para enfrentarse a la luz del día,
para moverse con diligencia
y con continuos desplazamientos
o para hacer el amor unos encima de otros
como si para ellos no hubiera un final.
Y empujados por esta fuerza motriz
única, extraordinaria,
tal vez, también un tanto desproporcionada
e imposible de contener,
cruzan sobre el asfalto en oleadas
y, dispersos sobre el camino, se esfuerzan
con sorprendente entereza
y un valor de origen sin duda visceral.
Emotivos y viscerales se extienden
sobre la superficie planetaria
como las obras de un J. S. Bach,
imparables como una ola bravía,
como parte importante de la naturaleza de alrededor.
A pesar de su insignificancia
y, aunque en el intento puedan morir muchos,
aplastados por los neumáticos
del tráfico intermitente,
lo cierto es que siempre llegarán al otro lado
unas docenas, unos miles
de gusanos con el fin de establecer
una cabeza de puente en la otra orilla,
de alcanzar una existencia algo mejor.
Gaspar Jover Polo