pasaba

El morero del escribano

Déjale dormir en mi silencio 

Déjale la fragilidad de los almendros y el suave aroma del jazmín. 

Déjale que se pierda dentro de las notas de un poema,

Y lo envuelvan los encajes del más dulce fonema. 

Déjale que entre las rimas encuentre cálido abrigo 

y que el viento reparta en borrascas las perlas que la nostalgia exalta. 

Que entre sus venas sean visible los versos y se tinten tus labios con mis besos. 

Ayer estuve en aquella calle, antes poblada de moreros blancos, antes habitada por tu ruido de ave, 

Detrás de las verjas más allá del viejo jardín 

un rayo de luz te buscaba, la página blanca, el morero negro y el jasmín  eran a penas  espejismos  del fuego,un minuto o un siglo daba igual,

la calle sin moras, los jazmines sin jardín, la puerta no abre,

ni el almendro responde, 

Déjale que duerma ángel de mi almohada y que yo sea su satin, su seda y su violín. 

Déjale dormir en el silencio de las flores, en el abandono de un día sin nombre y en la danza nocturna del viejo moral. 

 

P SABAG, palabras