No hay nada en mí
y en mi mundo solo un mundo en paralelo,
un mundo de astros silenciosos
que me iluminan por fuera y también lo hacen por dentro.
No hay nadie aquí
solo una sombra que se mueve entre silencios,
un reloj que gira y gira siempre sus agujas
para hacer que tenga vida el corazón del tiempo.
No hay un motivo para vivir
cuando solo me da vida una porción del recuerdo,
cuando la lágrima sabe su recorrido
y ya es imposible pretender llegar un poco más lejos.
No hay nada para ser feliz
cuando mi voz se encadena a perderse en su eco,
cuando la pasión se quedó ya dormida
y el amor se perdió entonces con un último beso.
No hay nada en mí
ni en mi alma vacía ya de los amargos sentimientos,
en un mundo totalmente imaginario
donde tal vez sea yo quien esté completamente muerto...