Por primera vez en mi vida, con las manos temblorosas, porque sé que cuando la escuches, se va a abrir un pedazo de mi alma en cada palabra.
Nosé si la melodía es suave o fuerte como tus abrazos sin fín.
Puse ahí, en cada acorde, como un puente, entre lo que somos y lo que aún no.
Ojalá la escuches y entiendas que cada nota es un pedazo de mis días que no supe mostrar antes.
Ahora espero, como el mar al viento, o el sol a la noche; que tus oidos se llenen de mi canción que es mía, pero es tuya, Cecilia, en ese instante que la escuches.