*Dedicado a Guatemala, la segunda patria de Desiderio Duarte, panameño
6 veces ganador de los Juegos Florales Centroamericanos.
Señores del tiempo y del cosmos inmenso,
habitaron los días como nadie antes,
guiados por ciclos de lejanas estrellas,
con secretos grabados en piedra y cielo,
descifraron el pulso del cautivo universo
en el latido exacto de sus calendarios.
Sus ojos vieron más allá del tiempo,
profundo saber, estirpe de topacio
donde el sol y la luna, fieles guardianes,
marcaron los pasos de un lejano destino,
dibujaron el mapa del cosmos eterno
sobre el rostro inmortal de pirámides.
De piedra y jade labraron la historia,
contaron el antes en códices vivos,
hablaron con dioses en sombras y fuego,
y cada cuenta fue un eco de fuerza,
y cada día, una ofrenda de vida,
en la rueda sin fin de su verdad divina.
Maestros de estrellas y el eterno viento,
escucharon la danza y el girar del tiempo,
en todos los templos repletos de cielos,
sus manos tejieron las vastas horas,
verdes de olor a selvas adyacentes
habitaron así los inmortales mayas.
Su huella hoy persiste en la piedra cautiva,
en el eco que duerme entre ruinas y selva,
en la cifra exacta que sus dioses guardan,
en el tiempo sin prisa marcado en la era,
quien ha sido dueño del sol y la luna
sigue existiendo más allá del polvo…
Y aunque el viento disuelva sus nombres,
y el siglo borre su antigua memoria,
los mayas resuenan en cada segundo,
en el ciclo sagrado que nunca se pierde
del mundo que aún nos guarda sus huellas.
Justo Aldú
Panameño
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