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Todo de cabeza

Aunque el tiempo pase, los recuerdos vuelven a encontrar su camino,
cada instante que viví contigo, cada mirada se siente tan vivo,
tu esencia me abraza, como un refugio en la tormenta,
y en un siglo, ni en mil años, podría olvidarte, amor mío.

Me pides que rasgue las sombras, que busque nuevos horizontes,
pero en tus ojos encuentro el único paisaje que deseo,
como un sol brillante que atraviesa mi oscuridad,
no sé cómo enfocarme en otro rostro, se me hace imposible.

Te entiendo cuando hablas de la distancia,
el vacío que deja tu ausencia duele,
y aún así, me dices que debo seguir adelante,
pero no hay salida en este laberinto de recuerdos.

Te confunden aquellos que te rodean,
sus palabras son ecos que siembran dudas en tu corazón,
si supieras la verdad, dejarías atrás el miedo,
pues mi amor es un refugio, no una condena fatal.

Lo que siento por ti es un fuego eterno,
no te pido que cambies, solo que comprendas
que en cada latido, en cada suspiro,
mi entrega es total, aunque tú no lo veas.

Eres un poco obstinada, lo reconozco también,
y a veces tu corazón se oculta tras la niebla,
pero en los susurros de tu ser, anida el eco,
de un amor que florece y nunca se quiebra.

Confía en esta conexión que tejimos con hilos de sueños,
en el jardín secreto donde germina nuestra historia,
te ofrezco mi esencia, desnuda y sincera,
si tan solo te atreves a vislumbrar nuestra gloria.

Así que aquí estoy, esperando en silencio,
en este espacio oscuro que tú misma describes,
seré el faro que ilumina en la tormenta,
porque entiendo lo que eres y lo que significas para mí.