No hay nada que explicar, nada que fingir; la vida es injusta; no le busques la razón.
Traiciones, engaños, mentiras, un coctel que no te deja dormir, mucho menos vivir.
Siempre existen las sospechas; miras con los ojos desconfiados, pero no quieres oír.
No tienes opciones cuando cae el telón de la farsa; la burla se apodera y no basta con huir.
Seguimos creyendo en el amor, en las personas, los corazones bonitos, aquellas imágenes coloridas con frases de alivio.
Quieres evadir tus emociones, tus sentimientos, pero cuanto más lo haces, más te aferras a ello.
Sé que no tiene nada de sentido; creer en algo llamado destino es un desperdicio.
Amar, odiar, humillar, decepcionar, es el plan en cada día; depende de lo que uno en su interior traiga.
La locura se apodera de mentes sanas; aquellas que caen en batallas consigo mismas no pueden remediarlas.
No existe explicación a los actos, a las decisiones mal tomadas; no son simples matemáticas, son simples desgracias.
Vivimos como podemos, bebemos de la nostalgia y nos comemos la culpa; tratamos de resolver de lo que el tiempo no se ocupa.
La realidad es cruda, burda, no conoce de reyes ni campesinos, no pone condiciones, no sabe de excepciones.
Morir no es alternativa; aunque muchos lo hayan elegido, sucumben en ese último suspiro.
Amar, engañar, cruzar los dedos mientras decimos mentiras, esa es la simple verdad.