En el fuego interino,
apenas residente,
que abrasa mis arterias
con llamas incendiarias
nacidas en la espuma
de mi razón diletante,
el fúlgido atardecer
de mi dudosa existencia
aventa la alegría
y me aproxima a la muerte.
En el frío numerario,
por siempre residente,
que hiela mis pulmones
con vahos congelados
brotados desde el hielo
de mi razón diletante,
el gélido reconocimiento
de mi muerte indubitable,
aventa la desesperanza
y a la vida me arremete.
JOSE ANTONIO GARCIA CALVO