Escucha en la noche, la brisa que abraza,
es brisa que pasa y el alma te arrasa;
es eco y resuena, suave alborada,
que a veces es brisa, y otras es nada.
Camino en el llano, de paso en el paso,
y piso la arena que deja su raso;
si acaso me llamas, con ansia y retraso,
respondo en un canto que vuelve si acaso.
En medio del viento, mi aliento levanto,
y el cielo contempla el eco de un canto;
me miras, me miras, con brillo en el manto,
y en medio del viento, respiro tu encanto.
Un río se acerca y deja su ría,
la orilla susurra su eterna poesía;
si veo tus ojos, en calma y en guía,
me guía tu río, me guarda tu vía.
Así en cada verso, entre son y razón,
la rima que es juego se torna canción;
pues son melodías, latidos que son,
ecos de un sentido que busca pasión.
En rimas que cantan de amor sin recelo,
el eco me envuelve, me lleva en su vuelo;
y entre monorritmos, en versos me quedo,
sin saber si escucho tu voz o el cielo.
Nota: A este poema le he agregado algunas cacofonías, o repeticiones para mantener el ritmo.