A ti, poeta de la pena honda
que llevaste en la voz el gris del mundo
con palabras que hieren y que ahonda
el dolor que en tu ser brotó profundo.
En cada verso arde y se desborda
la herida que, aun sin razón, fecundo
lograste hacer que en llanto se responda
rompiendo en ecos todo lo rotundo.
Tu sombra vaga aún, y en la arena
de tus letras palpita el sufrimiento
tu verbo nace donde el sol no llena
donde el amor se quiebra en lamento.
Eres llama, suspiro, voz y pena
fiel testigo de un mundo en detrimento.
Y en tus versos, la tierra se enajena
poeta eterno, profeta del viento!