Puedo ser constante y caprichoso como el tiempo.
Puedo amarte sesenta veces por minuto,
60 minutos cada hora,
24 horas cada día,
7 días a la semana,
52 semanas al año...
y así, año tras año,
sin jamás retroceder.
Puede que no me quieras creer,
pero cierto es cuando te digo
que mi parte favorita de tu cuerpo es tu boca,
pues es donde tu lengua nace, vive
y se une con la mía
para reproducir nuevos lenguajes
bajo el vocablo constante y caprichoso del amor.
Dicho queda.
Y dichoso, dicho sea,
con un beso.
Cómo no...