Parece una avenida cualquiera
es una grieta que recorre la costa,
los vehículos cortan el frio como puñal
hay hombres que caminan
mirando sus zapatos,
el aire marino quiebra la piel
y la sal se impregna en sus manos partidas.
Es invierno,
la soledad se amarra a sus cuerpos,
las gotas invernales enfrían el alma
como los días sin salir al mar
las olas un muro silencioso
a veces, los deja al lado de la muerte.
En su pensamiento,
olas golpean las rocas
los hijos preguntan:
¿Por qué eres una sombra de invierno??
Responde en un mutismo doloroso:
“El hambre es una red
que ata el presente al mañana
como un surco eterno en el mar.”
¿Es el silencio la mejor respuesta?
Un escudo que nada detiene.
Después, queda morir solo
gastando el dolor
como un reloj que escapa del tiempo.
“Un pez olvida nadar
el hambre le explica la injusticia.”
Cuando el hambre es tan larga
como esa avenida
se pierde el asombro.
El sudor se pierde en la nada
cada paso es un golpe continuo
un pescador minúsculo en una arena
endurecida.
“¿Quién invento el paso nivel?”
“Así llego vivo a la otra vereda”
Se pregunta:
“¿Quién doblo sus rodillas ante el poder?”
Es una avenida cualquiera
y el hambre es una explicación
parecida a la muerte.
El descanso es un invento
de la injusticia
trabajar sin esperar nada.
¿Qué explicación dar,
cuando la avenida es interminable
y las interrogantes de sus hijos
son infinitas?