Te desperté…
con poesía al oido,
y miedo en los ojos,
fríos los cuerpos,
extraños laureles.
Marchitas las flores,
al menos sus fragancias,
que reviven sus aguas
tan predecibles formas,
tan anormales.
Sentiste tu regreso al mundo,
con unas palabras de sonido turbio,
para acallar el ruido,
belleza mórbida en un segundo.