(Soneto escrito en una mañana fría)
Ahora que alegre estoy, duéleme alma,
para llorar un rato los albores
por aquellos, que fueron sinsabores,
hora prudentes sosiegan la calma.
Dejé el sendero…floreció la palma
la espiga se tronchó surgieron flores;
entonces comprendí que mis amores
fueron engaños que a la par desalma.
¡Maldita decepción!...Cuándo se quiere,
se entrega el corazón en el quebranto
sin resollar respuesta en el suplicio;
por eso el corazón sólo se muere
revolviendo el recuerdo con el llanto
o ahogando ese recuerdo en algún vicio.