Y te fuistes quedita, y muy despacio.
Como cómplice la noche,
y una estrella como broche,
para iluminar tu partida.
El alba te acogía,
con el trinar de pájaros cantores.
Y el vestido etéreo de tu esencia,
mojado por el último rocío de las flores,
y la última lágrima de mis ojos.
El señor te acogió en su seno,
por eso , de fiesta está el cielo.