A VUELO DE AMOR (V)
Adiós
(In memoriam del abuelo Luis)
Sangre de sus heridas, ver no dejaba.
La preservaba bajo la piel curtida.
Ni el alma, tan grande y tan noble lograba
contener tanta pena, tanta morriña.
Las veredas, un día, no devolvieron
los ecos acostumbrados a sus pasos,
y la noche comenzó a echar de menos
las confidencias que invadían sus labios.
Aquellos gallardos ecos de su andar
atravesando el velo del gran misterio,
fueron hacia un nuevo y lejano lugar,
quizás tras nueva esperanza, nuevos sueños.
Vieja casona con enormes ventanas
de repente un día se llamó al silencio.
Ay, se alió con la muerte tan obstinada,
y hoy es solo la cuna de mis recuerdos.
Ángel Alberto Cuesta Martín.