He decidido perdonarme todos mis errores
no fustigarme por lo que pudo haber sido.
Colocar una pira en el centro del recuerdo
y quemar las malas vibraciones que me acompañaron
a lo largo del tiempo transcurrido.
Me perdono, los sueños que perecieron sin haberlos arropado
en las estaciones imposibles de mis años,
las obras que tuvieron forma entre mis manos
y murieron entre la duda y el olvido.
Me perdono,
por las gotas de rocío derramadas en el encierro de las fieras,
por el obtuso frío en días de verano.
Me perdono por odiar las palabras
que antaño me tenían obnubilada.
Pero jamás, jamás me perdonaré,
morirme sin haberte perdonado,
me perdono.