Nació la brisa una noche,
bajo cielos de estrellas cantando,
la parió el mar en su cuna de espuma
y el viento la fue acunando.
Trajo en sus manos temblorosas
besos de sal y arena,
y en sus ojos dos luceros
brillando como dos hogueras.
Al mar susurró su canto
y los peces se alzaron, danzando,
la luna sonreía, despacio,
como un sueño que se va hilvanando.
La brisa viaja sola,
vuela entre palma y montaña,
roza los campos de caña y flor,
y el alba la envuelve con su luz temprana.
Que nació la brisa, suave y leve,
como un suspiro de amor,
y en cada rincón que toca
va dejando su calor.